Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
sábado, 4 de abril de 2015
Mensaje de Nuestra Señora - Sábado de Soledad - 393ª Clase de la Escuela de Santidad y Amor de Nuestra Señora
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Jacareí, 04 de Abril de 2015
Sábado De Soledad De Nuestra Señora
393ª Clase de la Escuela de Santidad y Amor de Nuestra Señora
Mensaje de Nuestra Señora
(María Santísima): «Mis queridos hijos, hoy contempláis el Sábado de Mi gran Dolor, de Mi gran Soledad.
Yo soy la Madre de la Angustia y de la Soledad, porque hoy me quedé sin Mi Hijo Jesús, muerto y sepultado en el frío sepulcro, donde los discípulos junto Conmigo lo dejaron la víspera.
Es el día en que me quedé sin Mi Hijo, es el día en que permanecí llorando y triste, orando y velando continuamente, esperando Su Resurrección.
Soy la Madre de la angustia y de la soledad, porque ese día no hubo consuelo para Mi Corazón, Mi Hijo estaba muerto y no pude volver a tenerlo en Mis brazos, ni siquiera pude cerrar Sus heridas porque estaba encerrado en la dura tumba.
Por eso, Mi Corazón estaba continuamente invadido por oleadas de Dolor y de Pena, de Lágrimas y de Dolor. Porque Yo sabía que Mi gran Dolor, Angustia y Soledad también seguirían repitiéndose a lo largo de los siglos hasta el fin del mundo. Porque muchos, a pesar del sacrificio de Mi Hijo para salvarlos, muchos rechazarían a Mi Hijo. Muchos no querrían amarle, muchos no le entregarían su corazón, y con crueldad inhumana renovarían todos sus sufrimientos viviendo en pecado.
Por eso supe que aún tendría que llorar a lo largo de los siglos al ver a Mi Hijo muerto y enterrado en tantas almas, en tantas vidas y corazones que no Le aceptarían y Le matarían prefiriendo el pecado.
Soy la Madre de la angustia y de la soledad, porque ya ni siquiera los discípulos creían en la resurrección de su Maestro. Y Yo sabía que esta falta de fe en la divinidad de Mi hijo Jesús, seguiría repitiéndose a lo largo de los siglos en tantos de Mis hijos. Que, a pesar de conocer la verdad, seguirían dudando de la divinidad de Mi Hijo, le negarían en los momentos de sufrimiento y prueba, y le traicionarían como Judas, prefiriendo los pecados y las glorias del mundo a su Maestro.
Muchos se aburrirían de la Palabra de Mi Hijo, de la Verdad, muchos se hartarían de Él, Le abandonarían traicionándole y prefiriendo la obra de las tinieblas. Por eso, hijos Míos, sigo siendo aún hoy la Madre de la Angustia y de la Soledad, porque muchos de Mis hijos siguen despreciando a Mi Hijo Jesús, siguen despreciando también Mis Dolores que no corresponden al gran Amor con el que Jesús y Yo sufrimos tanto por vosotros.
Este Amor con el que fuisteis a la locura de la Cruz no es correspondido, no es amado, no es verdaderamente aceptado y acogido por vosotros. Por eso, Yo soy la Madre de la angustia y de la soledad que aún hoy es abandonada por Sus hijos, es traicionada por Sus apóstoles y saborea el cáliz de la más amarga soledad y abandono, ingratitud que le dan Sus propios hijos.
Yo soy la Madre de la vigilancia y de la espera, porque hoy también he permanecido vigilante en la oración para esperar la resurrección de Mi Hijo Jesús. Y así, es Mi misión Maternal ayudaros también a velar por Su Segunda Resurrección Gloriosa, es decir, Su Segunda Venida en poder y gloria sobre las nubes del Cielo que ya está cerca de vosotros.
Velad Conmigo en la oración, en el ejercicio de las virtudes, de las buenas obras. Velad Conmigo en la espera de Jesús, cultivando cada día más el amor a la oración viva, profunda, hecha con el corazón, la única oración que puede hacer que os encontréis con Dios y Conmigo, sintáis Nuestro Amor y recibáis la influencia de Nuestras Gracias.
Velad Conmigo en el sacrificio, en la penitencia, en la huida del pecado, en la renuncia a vuestras voluntades. Y, sobre todo, velad Conmigo en la meditación continua de los signos insistentes que Dios os envía a través de Mí mostrándoos que estáis en el final de los tiempos. Y que pronto sonará para este mundo rebelado contra Dios la hora de su Castigo y Justicia para los malvados, y la recompensa para los buenos.
Consolad mi dolor, consolad a mi Corazón Inmaculado en mi gran soledad dándome hoy vuestro sí, dándome hoy vuestro corazón, dándome vuestras vidas como mi hijito Marcos acaba de deciros y enseñaros a hacer. Rezad con el corazón como él reza Mi Rosario y el Rosario de Mis Lágrimas.
Haced de vuestra oración un acto de amor, de afecto, de encuentro, de verdadero consuelo y abrazo Conmigo. Entonces Me consolarás de verdad, Me amarás de verdad, y Yo también te consolaré y te daré Mi Amor.
Entonces, vuestra oración será viva, poderosa, transformadora, transformándoos cada día más en verdaderos hijos de Mi Corazón Inmaculado, en Mis verdaderos Apóstoles. Y vuestra oración inflamará los corazones de los demás, transformándolos también en Mis hijos y apóstoles de Mi Corazón.
Consolad Mi gran Dolor siendo los nuevos Juanes de Mi Corazón Inmaculado, hijos que cuidan de Mí, que están Conmigo en todo momento y que cuidan de Mis obras. Es decir, que se ocupen de salvar las almas de Mis hijos, de llevarles Mi Palabra y de establecer en ellos el Reino de Mi Hijo Jesús y de Mi Corazón Inmaculado.
Entonces, verdaderamente, Me quitaréis el manto negro de Dolorosa y Me daréis el manto Azul de la alegría, del regocijo, de la conversión de Mis hijos, del retorno de todos Mis hijos a Mis brazos para que Yo los conduzca a Dios.
Soy vuestra Madre Dolorosa, sufro con vuestros sufrimientos, sufro por el Castigo que viene para vosotros en el futuro. No quiero que sufráis, hijos Míos, para que no sufráis mañana: ¡Convertíos ahora! ¡Cambia de vida! Dad vuestro «sí», el «sí» que os estoy pidiendo desde hace tantos años, esperando.
Para que entonces pueda cambiaros de verdad, transformaros en copias vivas de Mi Corazón Inmaculado, en reflejos vivos de Mi Luz Inmaculada, para que juntos podamos disipar las tinieblas de este mundo dominado por Satanás y completamente oscurecido por la noche del mal y del pecado.
Entonces, hijos míos, pronto amanecerá para todos vosotros la aurora de un nuevo tiempo de gracia, de amor, de salvación y de paz.
¡Adelante! Se acerca la hora de vuestra gloriosa resurrección. Velad Conmigo porque pronto amanecerá y llegará para vosotros el nuevo día del Triunfo de Mi Corazón Inmaculado.
Continuad rezando todas las oraciones que os he enviado aquí, especialmente el Rosario de Mis Lágrimas y el Rosario de Mis Dolores.
A todos los que lo rezan cada día, o al menos el Rosario de Mis Dolores una vez a la semana, les doy ahora la Indulgencia Plenaria de Mi Corazón. Y especialmente a los que cada sábado vienen aquí, a esta Capilla, a consolarme con sus oraciones y con su afecto, les doy ahora Mi bendición especial de La Codosera, de Caravaggio y de Jacareí».
Participa en las Apariciones y oraciones del Santuario.
Infórmate en el Tel: (0Xx12) 9 9701-2427
Retransmisión en directo de las representaciones.
Sábados a las 15:30 - Domingos a las 10:00.
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