Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
viernes, 17 de julio de 2015
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

Hacia el final de la tarde, la Santísima Madre, me dio un importante mensaje para el mundo:
Hijo mío, mientras haya niños que doblen las rodillas hasta el suelo y recen, ofreciendo reparación al Padre Eterno, a causa de los pecados que se cometen diariamente seguirá habiendo misericordia para muchos pecadores y para el mundo.
Cuando la misericordia vence a la justicia, entonces la gracia gana los corazones de los pecadores más ingratos y rebeldes, que se convierten y cambian el rumbo de sus vidas, volviendo al camino santo del Señor, a los brazos de Aquel que creó todas las cosas, reconociendo así Su Divina Majestad.
En estos tiempos difíciles, el demonio ha invertido ferozmente para perder a los elegidos. Incluso a aquellos a quienes he elegido, para que difundan mi amor maternal y mis mensajes maternales a los demás: Cuántos están siendo atacados y perseguidos por el poder del infierno, que espera una sola ocasión para destruirlos y silenciarlos.
Tú, hijo, lucha, lucha hasta el final, libra el buen combate con fuerza y fe, con la poderosa corriente del Rosario que te une más estrechamente al Corazón de mi Madre. Que el Rosario sea para ti un signo seguro de mi amor y de la protección de mi Madre.
El Padre Eterno bendice a toda la humanidad por medio de su Divino Hijo y por Él la eleva a la gloria del cielo, cuando ella, sabiendo valorar el precio de su redención, se acerca con amor, con fe y con respeto a sus frutos y méritos obtenidos por su encarnación, vida, pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo. No desperdiciéis las grandes gracias que el Padre del Cielo os concede en cada Santa Misa.
La Eucaristía que mis hijos reciben dignamente en cada Santo Sacrificio es la mejor manera de ofrecer reparación al Padre Eterno, que se digna bendecir más abundantemente al mundo sanando los corazones de los pecadores, restaurando las almas, salvando a las familias y dando fuerza y victoria a sus Ministros que le sirven para que venzan el poder de las tinieblas y humillen al demonio bajo el Señorío de mi Divino Hijo, Señor del cielo y de la tierra. Cuando el Señor es verdaderamente glorificado, adorado y amado en cada Santo Sacrificio Eucarístico, el mundo sigue encontrando el Camino, la Verdad y la Vida que le conducen a la gloria del cielo.
Reza, reza, reza. Dios te ama. Aún no habéis comprendido verdaderamente este amor, porque sólo los que aman y los que se rinden al amor de Dios se beneficiarán de Su luz divina que les iluminará y les esclarecerá las verdades eternas.
Los sacerdotes, los que deberían estar más comprometidos en conocer a fondo este amor Santo y Divino, son los primeros en ser tan fríos, insensibles e ingratos con el Señor, porque se han enfriado en su primer amor, se han olvidado de aquel por el que sus corazones deberían arder y latir constantemente como su único principio y fin; Han abandonado el camino de la verdad de Aquel que les llamó por su nombre, para seguir los engaños, las seducciones y la mentalidad del mundo moderno que les muestra otra forma de pensar, vivir y actuar, pero que no es la que conduce al Bien Supremo y a la verdadera Vida. ¡Sin Dios y sin la verdad ningún sacerdote permanecerá en pie!
Sin la oración y la luz del Espíritu Santo ningún sacerdote podrá tocar los corazones endurecidos, sino que serán vencidos por las tinieblas que les rodean y que quieren hacerles perder su luz, para ser arrebatados por el demonio.
Sin renuncia y sacrificios, los sacerdotes difícilmente podrán vencer las tentaciones del mundo. Las almas sacerdotales perezosas, frías e indiferentes no entrarán en el Reino de los Cielos.
La responsabilidad es grande, como grande es el número de almas que deben salvar para Dios, conduciéndolas al buen camino... ¡Rezad, hijos sacerdotes! Rezad y sed de la Madre Celestial para pertenecer totalmente a Dios y así salvar juntos a las almas y al mundo de los tiempos difíciles y calamitosos que asolan y golpean a tantos hijos, en muchas partes de la tierra.
Cuento con vosotros, cuento con vuestras oraciones, entrega y amor, para que mis llamamientos lleguen cuanto antes a todos los corazones, en muchos lugares, para que las almas amen al Señor y quieran ser suyas.
Gracias a todos mis hijos que luchan cada día por su conversión, a pesar de las grandes pruebas, dolores y lágrimas. Nada se pierde, sino que todo se santifica por la gracia de Dios y se transforma en gracias y bendiciones para la salvación del mundo.
Yo, la Madre Celestial, Madre de Gracia, Madre del Rosario y de la Paz os bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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