jueves, 16 de julio de 2015

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡La paz sea con vosotros!

Hijos míos, soy la Madre de Jesús, la Reina del Cielo y de la Tierra, y la Madre de todos vosotros. Gracias por estar aquí reunidos en oración. La oración transforma vuestros corazones, cura las heridas de vuestras almas y os da la fuerza y la gracia para vencer todo mal y todo pecado. No os desaniméis, sino que, con confianza en el amor de Dios y en su Corazón Divino, rico en misericordia, esforzaos por vuestra conversión y por la de vuestros hermanos.

Dios os ama y quiere conduciros al cielo. Muchos ya no creen en las verdades eternas, por lo que cometen pecados terribles, porque no se paran a pensar un poco en la eternidad y en el destino de sus almas después de la muerte.

El demonio está arrastrando a muchos a su reino de tinieblas con sus deseos impuros y su amor a las riquezas. Cuántos hijos se han dejado corromper por los vicios, destruyendo así la santidad de sus almas.

Hijos míos, venid a menudo a confesaros y pedid perdón por vuestros pecados. El pecado es la ruina de muchas almas y lo que lleva a varios de mis hijos al infierno. Vivid en la gracia de Dios. Sed de Dios y no del mundo.

Reza el credo cuando sientas el peso de las tentaciones y al enemigo infernal queriendo apartarte del santo camino de Dios. No juegues con tu salvación. Es importante para Dios y para mí.

Vengo al mundo, a diversos lugares lejanos y desconocidos, para convertirlos en fuentes de gracia y bendiciones para mis hijos más necesitados de la misericordia divina. Estos lugares son importantes para la derrota de Satanás. En ellos pongo mi signo maternal y mi amor con mis mensajes y la protección de la Madre, para que todos mis hijos vengan a refugiarse y encuentren consuelo y gracia, bajo mi manto protector. Consagraos a los tres Sagrados Corazones. Renovad cada día vuestra consagración, pues rompe todo poder del infierno y toda influencia negativa sobre vosotros y vuestras familias. La consagración a nuestros tres Sagrados Corazones unidos une a vuestras familias, cura vuestras almas, renueva vuestros corazones y os libera de las influencias satánicas, ayudando a que todos los poderes de vuestras almas sean de Dios. Rezad, rezad, rezad. Dios os bendice, y yo también os bendigo, con una bendición especial: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.