Mensajes a los Hijos de la Renovación, EEUU
domingo, 17 de agosto de 2014
Capilla de la Adoración

Hola, Jesús siempre presente en el Santísimo Sacramento. Te amo, te adoro y te alabo, Jesús mi Rey. Establece tu residencia en mi corazón, Rey mío. Reina en mi alma, Señor. Purifica todo mi ser con el fuego de Tu amor para que no quede en mí ni una sola zona de oscuridad, pues sin Tu amor, Tu llama de amor que todo lo consume, mi corazón estaría vacío de luz y de amor. Consúmeme con el fuego de Tu amor, tan completamente, Señor que todo dentro de mí sea de Ti, Señor. Soy incapaz de amar, Jesús, a menos que Tú ames a través de mí. Madre Santísima, como dijiste a Jesús en las Bodas de Caná: “Hijo, no tienen vino”. Di a Jesús de mi corazón: “Hijo, ella no tiene amor”. Entonces pide a Jesús que tome mi corazón, tan falto de amor, y lo llene de amor nuevo, de Su amor. Él debe restaurar/rehacer completamente mi pequeño corazón de piedra, Madre Bendita, porque Él dijo que no se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres se estiran y se rompen. Eso debe significar que Su amor, que es tan completo, tan pleno, tan expansivo, debe estar contenido en un corazón nuevo; uno que pueda expandirse porque es suave y tierno, flexible y flexible, de tal manera que pueda expandirse con el enorme contenido que es el amor de Jesús. Madre bendita, si le pides esto a Jesús y si será bueno para mí, Jesús hará lo que le pides. Bendita Madre, debe ser bueno para todos Tus hijos amar de esta manera, la manera de Jesús, porque debemos llegar a ser como Él en todos los sentidos. Si hemos de llegar a ser como Él en todos los sentidos, eso significa que hemos de amar como Jesús ama, porque si no amamos como Él ama, no podremos hacer nada más como Jesús, pues todo comienza con el amor; no con cualquier amor humano, débil y defectuoso, sino con Su Amor divino. Por eso, si se lo pides de mi parte, Madre Santísima, creo saber que Jesús lo hará, pues Él hará todo lo que Tú le pidas. Debes ver, Madre querida, cuán falto de amor estoy. Seguro que conoces cada uno de mis déficits, pues Tú eres la Madre perfecta y toda buena madre conoce los puntos fuertes y débiles de sus hijos. ¿No es verdad, mi hermosa Madre, la Madre de mi Señor? Si no es verdad de todas las madres terrenales, y creo que lo es, sin duda lo es de Ti, nuestra Madre Celestial. Por favor, Madre bendita, te ruego que le pidas a Jesús que me dé un corazón de amor, pero no un corazón cualquiera, sino un corazón nuevo. Debe ser nuevo, Madre Bendita para que pueda ser puro y pueda contener al menos algo, si no todo (nadie sería capaz de vivir, creo) del amor de Jesús. Querida Madre de mi vida, ¿podrías pedírselo a Jesús? Vengo como un niño pequeño que mendiga por amor a Jesús.
"Pequeña mía, no llores y no estés triste. Sé que deseas amar como Jesús y también sé que necesitas este amor. Le pediré, Mi preciosa hijita que te esfuerzas tanto y con mucha intensidad por hacer lo que Jesús te pide. También veo que eres incapaz de hacer y ser todo lo que Él quiere de ti sin estas gracias especiales de amor. Tranquiliza tu corazón y estate en paz, pues ya se lo he pedido a Él. Sí, hija mía, como ves, Jesús quiere esto para ti y para todos Sus hijos. Yo también lo deseo, pues quiero todo lo que Dios desea, porque estoy en Su perfecta voluntad. Ahora estás en paz, hijita Mía. Eso es bueno. Siento tu deseo de complacer a Jesús y también tu frustración contigo misma cuando no alcanzas su amor. Así es como debe ser, hija Mía, pues significa que deseas vivir la vida del amor, que es la vida de la Santísima Trinidad. Ésta es la voluntad de Dios para todos Sus hijos. Será un proceso gradual, que estás aprendiendo. Yo, como tu Madre, veo el progreso que estás haciendo y que tú no ves. Te centras en los momentos en los que no fuiste tan cariñosa como querías y sí, también los veo. Pero, hija Mía, veo cuánto más te esfuerzas. Veo que tu ángel de la guarda te coge de las manos y te levanta. Veo que todo el cielo te anima, como a todos los hijos de la luz. Todos en el Cielo rezamos por nuestros hijos en la Tierra. Los ángeles guardianes están cerca caminando con sus pupilos y os levantan cuando caéis. Siempre, siempre levantaos Mis hijos de la luz, para que la luz, Mi Jesús pueda permanecer dentro de vosotros. Debéis llevar estos intentos fallidos a Jesús en Confesión para que Él os conceda el perdón completo y total. Cuando un alma hace que Jesús elimine sus pecados y el espacio o vacío que esto crea, aunque sea un pequeño espacio/espacio, entonces hay lugar para recibir Sus gracias, las que provienen de los Sacramentos. Verás, hija Mía, cada pecado cometido, desde las pequeñas a las grandes ofensas, crea un vacío en tu alma. Este hueco o espacio vacío, entonces, está desprovisto de luz y de amor. Cuando se sigue pecando, se crean más espacios vacíos. Son como de color gris y son huecos en vuestros corazones, donde antes había luz.
Cuando el alma de uno tiene muchos, muchos pecados y hay poca luz, el alma se vuelve más y más gris/las sombras la llenan, y está oscura. Por eso, hijos Míos, incluso cuando hay pequeñas ofensas debéis ir, y lo repito, debéis ir a la Confesión. Permitid que Mis santos hijos sacerdotes escuchen vuestra Confesión. Entonces Mi Hijo Jesús absolverá vuestros pecados, a través de Nuestros hijos sacerdotes y los vacíos de vuestras almas se llenarán de nuevo con la luz de Dios. Esta luz erradica todo pecado y oscuridad. Id a menudo, hijos míos, para que vuestras almas permanezcan en constante estado de gracia y permanezcan llenas de luz y del amor de Dios. Este remedio divino evitará que caigáis nunca demasiado lejos, pues es muy difícil, si no imposible, que un alma llena de la luz de Dios, con la gracia de Dios, cometa un pecado mortal. Digo que es imposible porque cuando uno frecuenta el Sacramento de la
Reconciliación, uno se reconcilia completamente con Dios y, por tanto, también con todo el Cielo, tal es la unidad con Dios para los que están en el Cielo. Cuando el alma está en estado de gracia, vive y respira a Dios, por así decirlo. Sólo cuando un alma no lleva sus ofensas menores a la Confesión, para su absolución y curación, las almas siguen amontonando ofensas menores sobre zonas ya grises de su alma. De este modo, muchas ofensas menores adormecen la conciencia y la sensibilidad de una persona hacia Dios. Por tanto, las ofensas empiezan a ser racionalizadas por la persona que no frecuenta el Sacramento de la Confesión y, antes de que esa persona se dé cuenta, surgen tentaciones mayores de pecar. Es muy fácil que las almas caigan en pecado mortal cuando no cuidan de su alma y buscan «revisiones» frecuentes, por así decirlo. En esta época de desobediencia se presta mucha atención a la salud preventiva, y eso es bueno. Sin embargo, seríamos muy negligentes si Nosotros, los del Cielo, no reiteráramos la importancia de la salud preventiva en la vida espiritual. Hijos míos, vuestras almas vivirán para la eternidad. Es importante cuidar el cuerpo que el Padre del Cielo os ha dado, sí, pero cuánto más importante es cuidar vuestras almas, que tendréis para siempre. No os lamentéis, cuando estéis ante Jesús en vuestro juicio, de no haber dedicado tanto tiempo, si no más, al cuidado de vuestra salud espiritual como al de vuestra salud física. Id a la Confesión con regularidad, hijos Míos, porque vuestra alma lo necesita para mantenerse sana, llena de la vida, el amor, la misericordia y la verdad que Dios da. Recomiendo a Mis hijos que se confiesen al menos una vez al mes y os animo a que vayáis con más frecuencia. Sería muy bueno ir semanalmente, pero si eso no te es posible, te recomiendo cada dos semanas. Algunos de Mis hijos mejorarían mucho si fueran mensualmente. Algunos de Mis hijos, que buscan crecer en santidad, serán conscientes de la necesidad de ir con más frecuencia. Me doy cuenta de que muchos de Mis hijos rara vez pisan el Sacramento de la Confesión.
Confesión. Sí, hija Mía, hay muchos que se consideran buenos católicos y piensan que hacen bien en confesarse una o dos veces al año. Muchos más de Mis hijos que se consideran buenos católicos se confiesan aún más raramente. Es este grupo de Mis hijos católicos el que corre un gran riesgo de convertirse en católicos alejados. Hija Mía, conozco tu pasión por llegar a tus hermanos y hermanas que han dejado de ir a Misa. Te lo digo ahora, pide a Mis santos hijos sacerdotes que prediquen sobre los maravillosos frutos espirituales de ir a la Confesión con regularidad y que amplíen las horas que están disponibles para la Confesión, porque las almas de nuestros niños pequeños están hambrientas de gracias que no buscan a través del Sacramento de la Reconciliación. Para las almas que no lo saben, hay literalmente miles y miles (si se pudieran contar las gracias, lo que no es posible para los humanos) de gracias que no se utilizan debido a los numerosos niños que no las buscan ni las piden yendo a
Confesión. Hijos míos, ¿cómo creéis que podréis sobrevivir a las tentaciones de la época actual, que no se parecen a ninguna otra época, si no permanecéis en estado de gracia? Por favor, hijos Míos, escuchad a vuestra Madre. Yo sé lo que es mejor para vosotros. Debéis volver al hermoso tesoro de la Iglesia de Mi Hijo, el Sacramento de la Reconciliación, para obtener el perdón completo de vuestros pecados. Así, mediante la Confesión regular y la absolución de Mi Hijo, tendrás hambre y sed de Mi Hijo en la Eucaristía. Permaneced unidos al agua viva, pues todo brota del corazón de Jesús. Cuando uno se confiesa con frecuencia, y con esto quiero decir como mínimo una vez al mes, y acude a la Santa Misa con el corazón lleno de amor, recibe a Mi Hijo en la Eucaristía, alimenta esta unidad a lo largo de la semana en la oración, no hay casi nada que uno no pueda lograr para Jesús, tal es la unidad con Dios y con todo el Cielo. Por favor, queridos hijos de Mi corazón, haced estas cosas que son fundamentales en la vida de un cristiano, para que Mi Hijo, Nuestro Señor esté presente de una manera poderosa, en vuestros corazones. Un corazón lleno de gracia y de amor, hija Mía, puede cambiar literalmente un rincón del mundo. Necesitamos muchos, muchos niños que vivan esta vida de gracia para cambiar los corazones, querida Mía. No puedes empezar a imaginar la belleza de un alma, llena de la luz de la gracia que es el amor de Mi Hijo. Las gracias de las almas santas son como haces de luz, con muchas partículas de color, que suben de la tierra al Cielo. Más gracias viajan por estos rayos de luz como un pasadizo de vuelta al alma desde el Cielo y luego estas gracias van con el alma dondequiera que Dios lleve a cada alma durante su viaje terrenal. Este hermoso ramo de luz, invisible a los ojos humanos, pero visto por los ángeles de luz y por todos en el Cielo, viaja dentro y a través de cada alma de Mis hijos de luz e impregna cada lugar y cada persona que encuentran. ¿Ves, hijita Mía, qué hermoso es llenarse de la luz y del amor de Mi Hijo? ¿Ves hasta qué punto es posible que las almas santas influyan en este mundo, especialmente en esta época de desobediencia en la que prevalece tanta oscuridad? Imaginaos esta imagen, hijos Míos. Imaginad que estáis de pie en una cueva muy oscura. Quizá sois muchos los que estáis de excursión en alguna de las espléndidas cuevas creadas por Dios mediante Su acto de la naturaleza. Imaginad que está tan oscuro que no podéis ver vuestra mano cuando os la lleváis a la cara. No puedes ver nada en absoluto. Cuando se apagan las luces, todo el mundo se queda completamente inmóvil. No hay movimiento por miedo a chocar unos con otros y crear el caos y el pánico. Tu guía anima a todos a quedarse muy quietos, tranquilos, para evitar el pánico. El guía te asegura que muy pronto se restablecerá la electricidad y que esperes pacientemente. Poco después del silencio total, la gente empieza a cuchichear entre sí y en voz muy baja, para mantener la sensación de calma. Alguien te pregunta si tú o alguien que esté contigo tiene una linterna. Nadie la tiene, pero alguien dice: «Tengo una caja de cerillas». Está tan oscuro que no pueden ver para mirar en el bolso, donde las cerillas están en algún lugar del fondo. La persona que dice esto es animada por los demás a buscar las cerillas. La gente se aleja con cuidado, muy ligeramente, de la persona que les da espacio para buscar, palpando dentro del monedero. Pasa lo que parece un largo rato y la persona encuentra la caja de cerillas en el bolso. Enciende una. Todo el mundo se siente muy aliviado, pues una sola cerilla produce mucha luz en esta cueva llena de oscuridad y vacía de toda luz. La gente empieza a comprobar cómo están sus seres queridos y a ver, a ver realmente dónde está cada uno y acerca a sus familiares. Pronto, sin embargo, la pequeña cerilla se apaga. No hay que preocuparse, asegura la señora a todo el mundo, tengo más y enciende otra. Esta vez, la gente aprovecha para mirar a su alrededor y evaluar dónde se encuentran en la cueva en relación con el lugar al que todos deben desplazarse para llegar a la boca de la cueva. Evalúan qué personas están al frente del grupo, quiénes tendrían que moverse primero para empezar a avanzar en dirección a la salida. El guía conoce el camino y justo cuando empiezan a formular un plan, se apaga la cerilla.
El grupo le dice a la señora: 'No enciendas otra hasta que hablemos. Guardemos las cerillas para el proceso de salida. Podemos hablar en la oscuridad y cuando estemos preparados, enciende otra para que podamos empezar a movernos mientras haya luz de la cerilla. ¿Cuántas tienes?', dice alguien. 'No lo sé, pues no las he contado. Eran varias, aunque no sé cuántas. Oh, está bien; pero raciónalos para que tengamos tantos como sea posible en caso de que no vuelva la electricidad y podamos al menos dirigirnos hacia la salida y marcharnos'.
"Hijos míos, ¿veis lo importante que es tener esta luz, que en vuestras almas es la luz del amor de Dios? En esta historia, sólo una persona llevaba cerillas. Incluso una sola persona marcó una gran diferencia. Con la luz de sólo dos cerillas, había una sensación de calma. Después de estar en la oscuridad total, la luz de una cerilla permitió a los padres localizar a sus hijos y acercar a sus familias. Por primera vez, la gente se miraba de verdad y valoraba su presencia, su estado de bienestar durante la oscuridad. Con las luces de la segunda cerilla, todos pudieron evaluar el estado de la cueva y dónde se encontraban en proximidad a la ruta necesaria para viajar a un lugar seguro, para salir de la cueva y estar en presencia de la luz del sol, la fuente de Dios para la luz terrestre y la vida. ¿Veis, hijos míos, cómo un alma marca la diferencia? Imaginad ahora que 6 personas tuvieran cerillas. Cuánto más rápida y eficazmente podría el grupo moverse por la cueva y formular una estrategia de salida. ¿Cuánto más fácil sería para los demás rescatarlos si pudieran caminar mucho más cerca del camino cercano a la entrada? Veréis, hijos Míos, cuanta más oscuridad exista en vuestra situación actual, más brillante será la luz, incluso de una cerilla. El contraste es tan grande que la gente llegó a comentar el brillo de la luz en la cueva sólo con una pequeña cerilla. Hijos míos, sed luz para este mundo oscuro en el que vivís. Sed amor. Dad vuestro «sí» a Jesús para vivir en la luz de Su amor. De este modo, cada vez más hijos nuestros, hermanos vuestros, serán iluminados por la luz de Cristo. Un alma en tinieblas, que anhela el amor de Dios, se siente atraída por la luz en el alma de otra. ¿Veis, hijos míos, cómo la luz, para los de la historia de la experiencia de la cueva, les proporcionó verdad y claridad? Pudieron ver, por primera vez para algunos, cuánto se valoraban unos a otros, cuánto se necesitaban unos a otros y cuánto valoraban el don de la vida que les había dado Dios Padre. En esta historia, los niños en tinieblas decidieron un plan para salir de la oscuridad y poder vivir; pues si permanecían en la cueva oscurecida, sin retorno de la electricidad, morirían con toda seguridad. Oh, puede que algunos vivieran y salieran andando a tientas y, por la gracia de Dios, conducidos por el guía hasta la salida, siempre que el guía pudiera determinar el camino. Sin embargo, es dudoso que el guía lo hubiera hecho, pues la oscuridad provoca confusión y pérdida del sentido de la orientación. Tales son también los efectos de un alma oscurecida. Una persona con tales tinieblas pierde la dirección y la finalidad de su vida. Un alma así anda a tientas en la oscuridad, probando una ruta tras otra, con tantos intentos fallidos de salir de la oscuridad que uno empieza a rendirse y a perder la esperanza. Las almas de este ejemplo, en la oscuridad comienzan entonces a enfadarse por el hecho de estar en la oscuridad y empiezan a atraer a otras almas a su espacio oscuro. Lo hacen por rabia y a veces por soledad. Estas almas piensan: «Si no puedo escapar de esta situación en mi vida, al menos puedo tener compañía en mi miseria». Todo el tiempo, la salida estaba justo delante, pero estaban en tal oscuridad, que ya no podían reconocer el pequeño rayo de luz. Sus ojos se habían acostumbrado tanto a la oscuridad que era casi como si se hubieran vuelto ciegos a la luz. Hijos míos de la luz, ¿qué haríais en este ejemplo, si vuestros hermanos y hermanas estuvieran perdidos en una cueva, sin cerillas y sin esperanza de electricidad? Hijos míos, cogeríais vuestras linternas, pilas de repuesto, un poco de cuerda, agua y comida, y partiríais en busca de vuestros hermanos y hermanas perdidos en la cueva. Sí, queridos Míos, os conozco y sé que eso es lo que haríais. También buscaríais la ayuda de un guía, un experto en espeleología y contrataríais sus servicios. Elaboraríais rápidamente un plan de rescate y os embarcaríais en una misión de salvamento. Esto es lo que yo, tu Madre, te pido. Debéis frecuentar los Sacramentos para que os den las gracias adicionales en vuestras almas, que son especialmente necesarias en estos tiempos oscuros. Miradlo como si tuvierais una linterna con muchas pilas adicionales para mantener la luz encendida brillantemente durante mucho tiempo. Llevarías agua que da vida y algo de comida para tus hermanos y hermanas que, cuando llegues a ellos, puede que estén sedientos y hambrientos de nutrición. Esto es lo que debes llevar contigo, el amor de Cristo, pues debes estar preparado para dar y dar de tu amor, el amor con el que Jesús te ha llenado desde Su Sagrado Corazón, pues se necesita mucho amor para curar a las almas que han vivido en la oscuridad durante mucho tiempo. La luz de la linterna es muy importante, pero una vez que encuentres al grupo que se ha perdido, si se están muriendo de sed serán incapaces de seguirte fuera de la oscura cueva. Debes llevarles el sustento básico de la vida, que es agua y luego algo de comida ligera. No se puede comer mucho después de haber estado mucho tiempo sin comer. Hay que beber y luego tomar comida ligera. Esto significa que, en la vida espiritual, sólo tienes que amar a tu prójimo hambriento; no le des toda una catequesis sobre doctrina espiritual. No podrán digerir esto, hijos míos. Primero deben recibir agua que les dé vida. Esto, hijos míos, es el amor de Dios. Dales amor, hijos míos. Escuchadles. Escucha sus miedos, sus preocupaciones; no necesitas saber qué decir. No necesitas estar equipado con todas las respuestas y tener un elaborado mapa detallado de la cueva con una explicación de dónde están, cómo llegaron al lugar, por qué se fue la electricidad, y un sermón de por qué no deben salir de casa sin una linterna o al menos unas cerillas cuando vayan de excursión a las cuevas. No, hijos míos, pues los que se mueren de sed se limitarán a agachar la cabeza y rezar por la muerte. Esto no es útil. Primero se administra lo que se necesita. En este caso, uno abre una cantimplora, levanta la cabeza de su hermano moribundo de sed y le ayuda a beber. Sólo un poco, dices. Hay mucha más, pero deja que tu cuerpo la absorba durante unos instantes antes de beber demasiado o tu cuerpo rechazará esta agua que da vida. Despejas la zona, pidiendo a los demás que dejen espacio a la víctima para que pueda respirar. Luego les das unos sorbos más. Te sientas con ellos mientras recuperan algo de energía, algo de vida. Les hablas en voz baja, animándoles, diciéndoles lo feliz que estás de haberles encontrado. Lo valientes que han sido, por haber vivido tanta oscuridad, por haber estado perdidos tanto tiempo y no haber perdido la esperanza. Eres dulce y amable, lo cual es un bálsamo de amor para su alma cansada y triste, y empiezan a sentirse con fuerzas para tomar un poco de la comida que les has traído. Sólo un poco, les dices, hasta que su estómago se acostumbre a la comida y entonces tendremos más para vosotros. Ahora han empezado a confiar en ti, porque tenías más agua para ellos tal como habías dicho y, por tanto, creen que también tendrás más comida para ellos. Y lo haces y les das un poco más. Cuando se sienten un poco más fuertes y ya están sentados erguidos, les ayudas a ponerse en pie. El grupo ya está preparado para moverse, pero sólo unos metros. Luego deben sentarse y descansar un poco más, pues sus músculos se han atrofiado mientras esperaban a ser rescatados. Entonces les das más agua y comida y esperas mientras descansan, hasta que de nuevo son capaces de continuar. Esta vez, pueden caminar más. Hijos míos, esto se repite, alimento, caminar, luego descansar, más alimento, más descanso, más caminar hasta que todos estéis a salvo en la boca de la cueva. Entonces, debéis esperar pacientemente a que sus ojos se adapten a la plenitud, al brillo de la luz, pues su visión se ha atenuado y sus ojos no están acostumbrados a la luz brillante del sol. Sin embargo, les ha ayudado la luz de vuestras linternas y, a estas alturas, cuando se han acercado a la boca de la cueva, ha habido algo de luz que ha hecho que los túneles de la cueva estén menos oscuros. Ya veis, Mis hermosos hijos de la Renovación con qué paciencia y amor debéis rescatar a vuestros hermanos y hermanas en la oscuridad. Ya habrá tiempo de hablar de lo ocurrido y de cómo evitarlo en el futuro, pero eso no es importante cuando sus vidas estaban en juego. Sólo era importante proporcionarles lo necesario para restablecer y mantener sus vidas para salir de la oscuridad. Así es como hay que acercarse a un hermano y a una hermana en la oscuridad, dándoles amabilidad, misericordia y amor. Sé amable con la frágil naturaleza en la que se encuentra un alma en la oscuridad. Sé una luz suave, no un rayo brillante, cegador y sentencioso. Sé amor. Sé misericordia y perdón. Sé todo amor. 'Pero Madre', dices, 'no sabemos lo que necesita un alma que ha estado en la oscuridad. No sabemos cómo actuar'. A lo que Yo os digo: leed los Evangelios, hijos Míos de la luz. Ved con qué gran misericordia trató Mi Hijo a los pecadores arrepentidos. No los desechó para ocuparse sólo de los que consideraba importantes en aquel momento. No, no lo hizo. Se detuvo y miró a cada alma necesitada. Oh, con qué amor miraba Mi Hijo el corazón de un alma desesperadamente necesitada de amor. Su mirada derretía su corazón y, al mismo tiempo, renovaba su fuerza y su esperanza. Su mirada de amor podía curar al pecador más desesperado, porque Él es todo amor y aceptó a cada persona, la perdonó, le dio la dignidad que cada alma creada por Dios desea y merece. No pasó por alto sus pecados, sino que los llamó con amor, para que vinieran hacia Él, que es la fuente de la luz, el origen y la fuente del amor. Esto, hija Mía, hijos Míos, es lo que debéis emular. Leed el Evangelio de Mi Hijo y sabréis lo que estáis llamados a hacer y a ser. Leed los Hechos de los Apóstoles de Mi Hijo y comprenderéis que también estáis llamados a ser Sus apóstoles, pues los apóstoles son portadores de buenas noticias, las noticias de Cristo, las noticias de que Dios es amor y ama a todos. Esto es lo que vosotros, Mis hijos de la luz, Mis Hijos de la Renovación, estáis llamados a ser para vuestro Jesús, para Mi Hijo. Sed Su luz, llevad Su amor a las naciones. Esto es todo, hijos Míos y esto lo es todo".
Gracias querida Madre de Mi Señor. Gracias por esta hermosa enseñanza. Gracias porque nos muestras cómo ser hijos de la luz y cómo debemos llevar el amor de Jesús a nuestros queridos hermanos y hermanas que viven sin la luz de Jesús, pues han perdido el camino. Ayúdanos querida Madre, a ser esos hijos que se decidieron por Jesús para llevar luz, agua y comida y sobre todo amor a los que están perdidos y viven en la oscuridad. Gracias, Madre bendita porque amas a tus hijos y porque anhelas que seamos todo lo que Dios nos pide que seamos. Ayúdanos a dar nuestro «sí», Madre querida, como Tú diste tan fácil y generosamente Tu «sí» para traer a Jesús al mundo, para que todos pudiéramos beneficiarnos de Su acto salvador y redentor en el Calvario. Oh, qué amor, qué generosidad, qué misericordia viven en Tu Corazón Inmaculado, queridísima Madre de Dios. Ayúdanos querida María a ser como Tú, una discípula perfecta de Jesús en todos los sentidos. Enséñanos querida Señora, nuestra Estrella y guíanos a través de este peligroso pero bendito viaje de la vida para que Te sigamos a Jesús, nuestro Tesoro, nuestro Dios. Gracias, Madre querida porque no nos abandonas y por Tus continuas oraciones por nosotros y Tus lecciones de amor. Te amo, Madre Santísima y Te doy las gracias.
Gracias, Jesús, por compartir a Tu Santa Madre con toda la humanidad. Qué hermoso regalo nos haces a nosotros, Tus pobres hijos perdidos. Seguramente saldremos de esta oscuridad, Señor, cuando nos des una Madre brillante, sin pecado y perfecta para guiarnos. Gracias, Mi Señor y Mi Dios.
"De nada, Mi corderito, Mi hija. Tu gratitud Me deleita y Yo te agradezco a cambio que reconozcas y aceptes este regalo Mío. Este regalo perfecto de Mi Madre y su amor nunca debe ser rechazado, tan grande es el regalo que Yo hago a Mis hijos. Seguid a Mi hermosa Madre María y todas Sus palabras, Sus mensajes de amor y dirección, pues sólo Ella Me siguió perfectamente a Mí, Su Hijo, y vivió una vida santa, perfecta y sin pecado, de amor en todo momento. Quién mejor que Mi Madre para enseñar a Mis hijos de la luz cómo ser una persona santa. Si no Ella, nadie".
Sí, Señor. Gracias, Jesús.
Jesús, ¿deseas decirme algo más?
"Sí, hija Mía. Lee, contempla y estudia la parábola que te contó Mi Madre sobre el rescate de los que están en la oscuridad. Esta parábola de la cueva es rica en verdades espirituales y, aunque simple en la superficie, tiene muchas, muchas capas de significado. Explora estas verdades. Escarba profundamente para descubrir las capas. Por ejemplo, el guía que Ella menciona, el experto que uno buscaría para dirigir tal misión de rescate para buscar a los perdidos en la historia de la cueva, son Mis santos hijos sacerdotes. Hay muchos guías, hija Mía, y estos guías son muy hábiles y expertos en encontrar almas perdidas y sacarlas de la oscuridad. Los que perfeccionan esta misión de misericordia son Mis santos hijos sacerdotes que siguen a Mi Madre, ya que Ella es la Madre de Mi Iglesia. Los que aman y siguen a Mi Madre, la primera discípula, el Arca de la Alianza en la era sobre todas las eras, Mi encarnación y posterior nacimiento entre los hombres, tienen el camino más seguro hacia Mí y hacia Mi Padre. Ella es la nueva Eva. Ella es la pionera, la guía entre los guías, la Estrella. Verás, hija Mía, igual que los sabios vieron la Estrella de Belén y la siguieron hasta llegar a su destino, Yo, así es para ti y para todos Mis hijos. La mujer más luminosa, la criatura más brillante de toda la humanidad, la que está llena de gracia y, por tanto, completamente llena de Mi amor, de Mí, de Dios, es María, la Mujer vestida de Sol con una corona de 12 estrellas. Ella, Mi hermosa Madre María, conduce a Sus hijos por el camino más directo y recto hacia Mí, Jesús. Como veis, hijos Míos de la luz, es Mi Madre y vuestra, María, la que conoce el camino de la salvación, pues Ella lo preparó para vosotros; Ella lo recorrió conmigo. Ella estuvo conmigo durante cada momento de Mi vida hasta e incluyendo los momentos finales de Mi vida terrenal y la muerte en la cruz, el momento final que puso fin a la era del periodo de tiempo de la vida antes de la redención. Ella fue el puente entre el tiempo del Antiguo Testamento, los Hijos de Israel, y el tiempo del Nuevo Testamento, el tiempo de Cristo y los hijos de la luz, los hijos del Evangelio. Ella me trajo al mundo mediante el «sí» perfecto que daba día tras día, en cada momento de Sus días: Su hermoso, perfecto y humilde «sí». Su «sí» invirtió el «no» de Adán y Eva en el Jardín. Su «sí» al ángel, Mi mensajero, fue la palabra que hizo que Ella iniciara el mayor acontecimiento jamás conocido en la historia de la creación: Dios se hizo Hombre. Yo, por voluntad de Dios, me encarné en el precioso recipiente de la única mujer perfectamente santa creada por Dios que, con Su «sí», llevó a cabo el acto salvador de Mí, el Redentor, el Mesías, tan largamente esperado, tan largamente rezado por Mi pueblo. Sí, el «sí» de Mi santa Madre María realizó y cumplió la voluntad de Dios de que Yo salvara a todo el género humano. Ella merece tanta gratitud, tanto amor y tanto honor por parte de todo el género humano, pero, en cambio, muchos hijos de Dios rechazan a la misma persona cuyo «sí» provocó Mi acto salvífico de amor. Hijos, no rechacéis a vuestra Madre, Mi Madre, pues sin Su perfecta humildad, Su perfecta caridad, Su perfecta voluntad dentro de la perfecta voluntad de la Trinidad, no tendríais el beneficio de Mi muerte y resurrección, Mi Santa Iglesia en la tierra y los Sacramentos de la vida. No estaríais aquí, hijos Míos. Porque sin Mi venida, justo en el momento adecuado de la historia, el mundo se habría destruido a sí mismo y, por tanto, vosotros no habríais nacido en el mundo, pues no habría existido un mundo, la tierra en la que nacer. Sí, hija Mía, debes empezar a ver la importancia del papel de Mi Madre en todas y cada una de las vidas de la Tierra, pues sin Su «sí» no sólo no se habría producido el acto de redención en el momento planeado desde siempre por Mi Padre, sino que la Tierra habría sido destruida por los hombres malvados que siguen a Mi adversario y al tuyo.
Sin embargo, gracias al «sí» de Mi Madre, se hizo la voluntad de Mi Padre y todo lo demás, como decís vosotros, «es historia». Así que, como veis, hijos Míos, Mi Madre nunca os extraviará y no sólo nunca os extraviará, sino que es la guía perfecta para conduciros a Mí. Aquellos de vosotros que penséis que no necesitáis a Mi Madre, pensadlo de nuevo. Porque los que decís esto os ponéis por encima de Mí, vuestro Señor y Salvador, pues incluso Yo necesité a Mi Madre. Pero, Jesús«, decís, »Tú eres Dios. Seguro que no necesitabas a María'. A lo que Yo respondo: "Sí, soy Dios, y también soy un hombre encarnado, pues asumí la humanidad, la verdadera humanidad, y en Mi humanidad y en Mi Divinidad de Hijo del Padre necesité una Madre, y no cualquier madre bastaría. Para el Hijo de Dios y el Hijo del hombre, el Padre deseaba una Madre perfecta, perfecta en todos los sentidos. ¿Elegiría algo menos? Por supuesto que no, pues Ella es el Santo de los Santos, el Arca de la Alianza, la que me llevaría en Su vientre Inmaculado, me alimentaría en el útero y con Su leche cuando fuera un bebé, la que amaría tan perfecta y completamente para amar, nutrir y cuidar al Hijo de Dios de la única manera aceptable para Dios: perfectamente. Tu Madre y Mi Madre es la única alma completamente humana que es perfecta en todos los sentidos, y con ello quiero decir en todos los sentidos. ¿Es perfecta de motu propio y por voluntad propia? No, claro que no. Ella dice rotundamente: ¡no! Dios Padre la hizo así con el propósito y la misión específicos de Madre de Dios, Madre de la raza humana, invirtiendo lo que Eva hizo con su «no» y con el «sí» de María, conduciendo a Mis hijos de vuelta a Mí, de vuelta al reino de Mi Padre, de vuelta a la plenitud de la familia del Padre. Hijos míos, seguid a Mi bella Madre María hacia Mí, Vuestro Jesús, y todo os irá bien. Estudiad Su parábola de la cueva para comprender vuestra situación concreta y particular, pues Mis hijos de la luz, estáis viviendo en un mundo que se ha decidido por la oscuridad. Vivís en una época de desobediencia y, en consecuencia, de confusión, oscuridad, pérdida del propósito de la vida, pérdida de dirección y las consecuencias resultantes: la cultura de la muerte. Hijos de la Renovación, la vuestra es una misión de rescate. Llevad Mi amor, Mi luz, Mi misericordia a todos los que encontréis. Sed Mi amor para los demás. Hay un tiempo para enseñar. Hay un tiempo para corregir, por supuesto, pero éste es también un tiempo en el que las almas están en juego, pues están muriendo por amor, muriendo por misericordia, y vosotros sois los que Mi Padre ha planeado desde siempre para vivir en este tiempo de oscuridad y ser Su luz para el mundo. Yo soy la luz del mundo, y vosotros debéis vivir en Mí y Yo en vosotros para ser Mis portadores de la antorcha. Acudid siempre a la fuente de la luz y de la vida, de la verdad y de la vida, a Mí. Me encontraréis en la Eucaristía, vida misma, fuente y cumbre de la Iglesia. Unid vuestras vidas a Mí en la Sagrada Eucaristía, fuente de toda vida, fuente del agua de la vida y llevadme al mundo oscuro. Hijos de la luz, id a buscar a los perdidos, amad a vuestros hermanos y hermanas, rezad por ellos, llevad sus cargas. Solamente, pedidme que os ayude o no podréis hacerlo. Seguid las palabras de Mi Madre. Sed ejemplos de lo que es caminar en la luz. Sed santos, sed ejemplos vivos. Vivid en la sencillez, vivid en el amor, la unidad y la paz".
Gracias, Señor. Ayúdanos a hacer lo que Tú dices, Señor. No podemos hacer nada sin Ti, Jesús, Señor. Mi amigo me ha pedido que hable contigo y busque Tu dirección en este difícil acontecimiento que ha sucedido. Jesús, si es Tu voluntad, por favor, dile a mi amigo qué es lo que quieres que haga. Él sólo quiere hacer Tu voluntad. ¿Tienes algo que quieras decirme, Jesús sobre esto? Si no es así, lo comprendo, pues creo que Tú le guiarás, al igual que Tu Santa Madre. Te lo pido porque él me lo ha pedido, Jesús.
"Hijo mío, dile a Mi hijo que Yo dirigiré todas las decisiones de su vida. Me pidió que llevara a su familia y lo he hecho y lo seguiré haciendo. (nombre omitido), Mi precioso y fiel hijo, no temas y no permitas que ninguna ansiedad acceda a tu precioso corazón. Yo, Tu Jesús, nunca te he abandonado y nunca lo haré, ni te abandonaré ahora en esta difícil circunstancia. Hijo mío, así como doy el don del libre albedrío a Mis criaturas, también pido que Mis hijos respeten este libre albedrío en los demás, incluso en sus hijos. Sé que a veces es una gran cruz. La llevo contigo, hijo Mío. Te permito que experimentes en un grado muy pequeño lo que yo experimento continuamente y es ver a Mis hijos hacer elecciones fuera de la Voluntad Divina. Digo esto (nombre omitido) para recordarte algo que ya sabes, pero que es la familiaridad del sufrimiento de Tu Salvador. También te recuerdo que con la cruz viene la resurrección y, ciertamente, sin la cruz no puede haber resurrección. Hijo mío, no digo esto para insultar tu inteligencia, pues Tu Jesús sabe perfectamente que comprendes el principio de la cruz. Digo esto, sólo para recordarte que hace tiempo me dijiste que querías estar unido a Mí en la cruz, para ti no hay otro camino, como no hubo otro lugar en el que Mi Madre quisiera estar, sino conmigo en Mi Crucifixión. Hijo mío, debes tener un renovado sentido de confianza en Mí y en Mi plan. Con algunos, debemos dejarles ir, libres en sus elecciones. De este modo, confiando en Mí y en la Santísima Madre, cuando vuelvan los que amas, lo harán también con libertad. Su amor será mucho más fuerte, porque habrán experimentado tu amor, que das gratuitamente, y tu misericordia. Sé que esto no es lo que habías planeado aunque lo veías venir, no es lo que deseas. El fin que deseas, hijo mío, fructificará, pero necesitará tiempo para germinar, tiempo para nutrirse en la tierra, tiempo para echar raíces y tiempo para brotar. En algunos casos es necesario arrancar las plantas que se han infestado de un crecimiento, labrar la tierra, dejar que repose, rotar las semillas y volver a empezar. Ahora es este momento, hijo mío a quien amo entrañablemente. Ahora es el momento. En tu sabiduría, adquirida a través de mucho sufrimiento y oración, sabes que ha llegado este momento. Te pido que lleves este sufrimiento y este conocimiento con las gracias que Mi Madre te da libre y generosamente. Sé como Mi Madre, que permite a Sus hijos el espacio para rechazarla, los perdona, reza constantemente por ellos e intercede ante el Padre y los acoge amorosamente cuando ve que han tomado malas decisiones. Se alegra de su regreso y celebra su unidad conmigo, sin castigar ni una sola vez a Sus hijos pródigos. Sólo la aceptación, el amor y la misericordia saludan a Sus hijos y a los Míos cuando regresan. Haz tú lo mismo, hijo mío. Todo irá bien. No te preocupes por la casa, pues siempre te ha pertenecido, viva quien viva, y siempre te pertenecerá. Decidas lo que decidas, Yo estoy contigo. Te amo y confío en que Me seguirás a Mí y a Mi Madre dondequiera que te llevemos. Eso es todo y eso lo es todo. Mi queridísimo hijo, te amo con una pasión que sólo Yo conozco, porque Mi amor todo lo consume y, sin embargo, da vida. Yo camino contigo y tú caminas Conmigo".
Gracias, Dulce Jesús, por tu dirección y tus palabras dadoras de vida para mi amigo. ¡Gracias, Jesús!
"De nada, hija Mía. Te quiero a ti y a todos Mis hijos de la luz y también a todos Mis hijos de las tinieblas, que estaban destinados a ser Mis hijos de la luz. Corderita Mía, no puedes comprender la tristeza absoluta que tengo en Mi Sagrado Corazón por Mis hijos perdidos. Haz todo lo que puedas para llevarles Mi amor, hija Mía. Haz todo lo que puedas dentro de tu estado de vida. Mi misión para ti es una misión de rescate y por eso debes contemplar tu vida y tus elecciones. Considera por qué has sido llamada al servicio de los demás como
(profesión omitida). Fuiste llamado para ministrar a tus hermanos y hermanas, específicamente a sus corazones. Hija mía, esta llamada no fue una coincidencia, pues aunque el tratamiento prescrito por los médicos es de naturaleza física, eras consciente incluso a una edad temprana de que la atención prestada debía dispensarse con paciencia, amor y misericordia. Aprendiste valiosas habilidades y lecciones de amor cuando prestabas cuidados. Más tarde aprendiste habilidades de liderazgo cuando te puse en posiciones de liderazgo para que pudieras enseñar a los demás a tu manera, que es Mi manera de liderazgo al servicio de aquellos a los que diriges. Extraes los dones y talentos que tienen los demás y los llamas a contribuir para el conjunto del equipo. Esto da a los demás la perspicacia y el conocimiento de su propia dignidad y valor como hijos de Dios. Hija mía, no te frustres con Tu Señor por haberte dejado en este campo de espinas y zarzas, pues Yo te doy el camino difícil para tu bien, para que aprendas a caminar por la senda de Mi Pasión. Te amo y te pido mucho. Mi precioso hijo, tu marido, ha recorrido un camino de liderazgo similar, propio de su vocación, lleno de minas y obstáculos. Le preparé para mucho, y para su misión y la tuya, empezando por su tiempo en el desierto, cuando se sintió solo, perdido y abandonado por sus padres. (nombre no revelado), Mi hermoso y precioso hijo, nunca te abandoné. Mi querido hijo, estuve contigo durante toda tu infancia. Fui de campamento contigo. Me tumbé en la cama contigo mientras dabas vueltas en la cama por la noche, con las lágrimas cayendo por tu cara en la oscuridad, cuando nadie podía ver. Yo vi, querido hijo mío. Tus lágrimas eran Mis lágrimas. Créeme cuando te digo que Yo estaba más triste que tú y, sin embargo, permití este tiempo, hijo Mío, para que un día, cuando los hijitos que os envío a ti y a tu mujer se sientan completamente perdidos y abandonados, tengas una pequeña idea de cómo se sienten. ¿Quién mejor para consolar a uno sin padres que aquel que anhelaba que sus padres le amaran y desearan su presencia entre ellos? Perdiste a tu hermosa Madre, mucho antes del diagnóstico de Alzheimer, hijo mío. Sí, sé cómo perdiste muchos años. Tu Madre, que te amaba tanto y quería darte todo lo que sabía para convertirte en un líder entre los hombres, pues veía tu gran potencial, a través de la enfermedad no pudo darte el amor que tanto merecías y que deseaba para ti. Ella te está dando este hermoso amor maternal de la mejor manera, ahora desde Mi Reino Celestial. Ella rezó para que Yo te diera una esposa amorosa, que supiera darte afecto y amor incondicional y también que supiera darte el espacio y la libertad para ser el hombre que eres. Puedes dar gracias a tu Madre y a tu Santísima Madre por haber traído a (nombre oculto) a tu vida. Ella también rezó para que tuvieras hijas, pues sabía que no tenías las tuyas propias a las que amar y esto te daría la comprensión y las lecciones necesarias para tu futura misión. Incluso la experiencia que tuviste en el ejército te la proporcioné Yo, hijo mío. Contempla todas tus experiencias vitales a la luz de tu misión futura, de aquello que conoces, y empieza a comprender que Mi mano ha estado sobre ti desde el principio. Hijo mío, incluso la separación que experimentaste cuando tu padre estaba sirviendo en la Segunda Guerra Mundial, hasta el momento de profundo y sincero dolor al tener que dejar a tu figura paterna, tu abuelo, fue la preparación para la misericordia y compasión hacia (nombre oculto) y los demás hijos que te enviaré. Sé paciente, sé misericordioso, sé compasivo, Mi valiente hijo. Has nacido con muchas heridas por falta de amor, por separación e incluso por vivir apartado de Mí. Mira cómo te guié suavemente, te amé, te di tu espacio, tu libre albedrío y planté semillas de anhelo y amor en tu corazón. Envié a personas a tu vida para que te dieran vislumbres de Mí y de Mi Iglesia, hasta que un día volviste con toda la fuerza, la convicción, la pasión y la decisión que puse en tu temperamento. Te amo, hijo Mío, y nunca te he abandonado. Ahora eres un verdadero hombre de Dios, no perfecto, lo sé, pero creciendo en el camino de la santidad. Continúa rezando y dirigiendo a tu familia, hijo Mío, pues este liderazgo, esta virtud, esta espada de justicia templada con un corazón lleno de amor y misericordia son las herramientas que necesitas y que te pido, cuento contigo para que cultives y utilices será exactamente lo que se necesita para tu misión, que te fue dada por Mi Padre del Cielo. Ten valor, hijo Mío, porque harás todo lo que te pida y Me seguirás, amando a tu esposa y a todo lo que te confíe, hasta que des tu último aliento y entres en Mi reino celestial. Sí, la misión que te encomiendo es un reto, pero tú no te conformarías con nada menos que con una en la que te sientas exigido y desafiado. Aférrate a la mano de San José y al manto de Mi Madre. Sé ese manto de protección para Mis santos hijos sacerdotes y para tu familia y los hijos que te envío y que se convertirán en tu familia. Te doy a Mi Padre San José para que te guíe en todo, y a Mi Madre para que te enseñe a amar a todos Mis hijos de la forma que sólo Ella conoce. Ella también está enseñando a amar a tu esposa y, para ello, puedes contar con su refuerzo. Juntos, debéis aprender a amar como la Sagrada Familia, pues este tipo de unidad y de amor es un requisito necesario e incluso un prerrequisito para acoger a los que os enviaré. Hijo mío, reza para que te guíe en la reunión de (lugar no revelado), que es vital para tu comunidad. Considera a cada hombre como tu hermano, pues realmente lo son. Estarán más cerca de ti que ningún otro y tú y Mi hija lo comprenderéis más profundamente con el tiempo. Te doy (nombres no revelados) a tus vecinos para que los ames y aprecies de un modo especial. Estarán más cerca de ti que nadie en la Tierra. Mi Madre ha orquestado todos los acontecimientos que condujeron a esta comunidad y todos los acontecimientos posteriores para que se cumplieran Sus planes y Mis planes. (mensaje privado omitido) Hijo mío, te tengo reservados días buenos, aunque difíciles, serán días bendecidos. Permanece en paz, entregándome toda decisión a Mí y a San José, pues nosotros te guiaremos. Ten buen ánimo y un corazón ligero. También fuiste bendecida con un dulce y suave sentido del humor. Utilizadlo para llevar alegría a los demás durante estos días difíciles pero llenos de gracia. Os quiero a los dos, queridos Míos. Id en paz, ahora a amarme y servirme y a amaros y serviros los unos a los otros. Sed amor los unos con los otros y con todos los que os encontréis. Llevad alegría a vuestro encuentro. Ésta es una nueva aventura y vuestra escucha, compasión, sensibilidad y sabiduría, que ambas aportáis, junto con el amor puro y la alegría de vuestra hija, serán una adición bienvenida y necesaria a la reunión y a la comunidad. Todo irá bien. Avanzad con la expectativa de las muchas gracias y dones que tengo para Mis fieles hijos que respondieron a la invitación de formar Su comunidad. Os imploro que seáis abiertos y aceptéis a todos, pues muchos están aparentemente seguros de sí mismos, pero en el fondo tienen miedo, y se beneficiarán de vuestra amistad, de vuestra confianza, de vuestra humildad y, sobre todo, de vuestra aceptación y amor. Te concedo las gracias de la hospitalidad que tanto faltan en esta época. Te amo. Te bendigo en nombre de Mi Padre, en Mi nombre y en nombre de Mi Espíritu Santo. Id en paz, en alegría y en Mi amor".
¡Gracias, Jesús, Mi Señor y Mi Dios!
Origen: ➥ www.childrenoftherenewal.com
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