Mensajes de diversas orígenes

 

jueves, 19 de junio de 2025

Vuestras Oraciones, el Sacrificio de la Santa Misa, Vuestro Arrepentimiento, Vuestra Penitencia, Vuestra Contrición, ¡Todo Esto Es La Llave De La Paz Y Será La Paz! ¡Quis ut Deus!

Aparición de San Miguel Arcángel y Santa Juana de Arco el 20 de mayo de 2025 a Manuela en Sievernich, Alemania

 

Veo una gran bola de luz dorada flotando sobre nosotros en el cielo y una pequeña bola de luz dorada flotando junto a la gran bola de luz dorada. Una hermosa luz brilla hacia nosotros y San Miguel Arcángel sale hacia nosotros de esta luz. Se acerca a nosotros. San Miguel está vestido de blanco y oro, como un soldado romano, y lleva sobre los hombros una capa roja de general con un broche en forma de cabeza de león. Sostiene Su escudo en la mano izquierda y en la derecha alza Su espada hacia el cielo. Lleva la corona principesca en la cabeza, con un rubí en la parte delantera de la corona. San Miguel Arcángel lleva sandalias romanas. San Miguel nos habla:

"Bendito seas Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Amén".

Se da un mensaje personal.

El Santo Arcángel Miguel coloca Su escudo en Su huella. Luego le veo flotar en el aire, dar una vuelta y volver a colocar Su pie en Su huella. Se supone que esto es un signo de Su protección y Su presencia.

Doy gracias a San Miguel Arcángel. San Miguel nos habla:

"Todos estáis seguros en la Preciosa Sangre de Cristo y esto es importante para los tiempos venideros. San Pedro guiará a la Iglesia, la nave de la Iglesia, en las olas de la tribulación con la oración. La Santísima Madre María, nuestra Reina del Cielo, dio a Alemania una rosa roja, la rosa roja del sacrificio contra todo error, contra todo espíritu de la época. Esta rosa roja del sacrificio era Benedicto. La Reina del Cielo colocó la rosa amarilla sobre el país de Argentina. Recuerda que Ella tiene una rosa dorada a Sus pies. La rosa amarilla era Francisco. María, la Madre Inmaculada de Dios, colocó sobre Italia la rosa blanca de la oración y la renovación; la restauración de la santidad. Esta rosa blanca, de la restauración de la santidad, representa a León Xiv. Él está llamado a guiar esta nave a través de las olas de las tinieblas. Rezad mucho por vuestro Santo Padre, que quiere poner las olas del odio en el corazón de Jesús y de María, Madre de Dios, y transformarlas en la gracia de la paz. Rezad mucho por él. Rezad para que resista al espíritu de la época, pues el espíritu de la época ha penetrado en la Iglesia. El adversario está oscureciendo la luz de la santidad con componendas en las almas de muchos de los llamados por el Señor. ¡Rezad mucho por la paz, rezad mucho por vuestro Santo Padre y por la Iglesia! ¡Mirad a la vida del Señor! ¡Que la vida de tu Rey de Misericordia sea tu catequesis! ¿Qué hizo el Señor? Rezó, enseñó, curó e instruyó a los Suyos con todo amor. Los suyos aceptaron Su palabra. Reza mucho, porque el espíritu de la época oscurece todo lo que es santo y quiere que el pecado aparezca bajo una luz brillante. Es importante que santifiquéis vuestros corazones, vuestras familias, con la oración; que viváis en los Santos Sacramentos en los que Mi Señor está vivo."

Ahora la pequeña bola de luz dorada se abre y Santa Juana de Arco viene hacia nosotros desde una hermosa luz. Está vestida con una armadura dorada, lleva una túnica clara con lirios franceses azules y porta su bandera, en la que se puede ver el signo Ihs, así como las palabras Jesús y María escritas. Ella nos habla "¡Queridos amigos de la cruz, escuchad las palabras de Miguel y rezad mucho! Encontrad la salvación en la Preciosa Sangre de Cristo. ¡No escuchéis las olas del odio! Las olas del espíritu de los tiempos que zarandean la nave de la Iglesia de un lado a otro y, sin embargo, ¡no se hundirá! Yo protegeré a la Santa Iglesia y así mira: Los santos rezan por ti en el trono del Señor. Siéntete seguro en sus oraciones. Sus oraciones rodean vuestros corazones. Puedes leer sobre esto en el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la oración".

(Nota propia: Hemos encontrado este pasaje en el Ccc:

Ccc I párrafo 5: La Comunión de los Santos, nº 956 y 957:

956 La intercesión de los santos". Porque los que están en el cielo, al estar más íntimamente unidos a Cristo, fortalecen más firmemente en la santidad a toda la Iglesia... no cesan... de interceder ante el Padre por nosotros, ofreciendo los méritos que han adquirido en la tierra por medio del único mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús... Por eso, a través de sus cuidados fraternales, nuestra debilidad encuentra la ayuda más rica" ( Lg 49 )

«No lloréis, después de mi muerte os seré más útil y os apoyaré más eficazmente que durante mi vida» (Domingo, moribundo, a sus hermanos)Cf. Jordán de Sajonia, lib. 93.

«Pasaré mi cielo haciendo el bien en la tierra» (Santa Teresa del Niño Jesús,verba).

957 Comunión con los santos. "Sin embargo, no es sólo por el ejemplo por lo que apreciamos la memoria de los que están en el cielo, sino aún más para que la unidad de toda la Iglesia se fortalezca en el Espíritu mediante la práctica del amor fraterno. Pues así como la comunidad cristiana de peregrinos (terrenales) nos acerca a Cristo, así la comunión con los santos nos une a Cristo, de quien, como fuente y cabeza, mana toda gracia y la vida misma del pueblo de Dios" ( Lg 50 )

"Adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios. Pero amamos a los testigos de la sangre como discípulos e imitadores del Señor y por su incomparable devoción a su Rey y Maestro. Que también nosotros lleguemos a ser sus compañeros y condiscípulos". (San Policarpo, mart. 17).

(Origen: Ccc, De Gruyter Oldenbourg, St. Benno-Verlag, D-01459 Leipzig, edición de bolsillo, Isbn 978-3-7462-5800-3.)

«Si lees en las Sagradas Escrituras, en el Catecismo de la Iglesia Católica y vives en los Santos Sacramentos de la Iglesia, en los que vive Jesús, entonces podrás atravesar las olas del espíritu de la época y es incluso el Señor, el Rey de Misericordia, quien te lleva a través de estas olas».

Ahora veo a Santa Juana de Arco llevando en Sus manos un cojín de rosas blancas y sobre él la Vulgata, las Sagradas Escrituras. Ahora Ella se arrodilla ante San Miguel Arcángel y se abre la Escritura. Veo el pasaje bíblico de Romanos: Romanos 8, 35 ss:

Porque la ley del Espíritu y de la vida en Cristo Jesús os ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.

Porque la ley, impotente por la carne, era impotente para todo, Dios envió a su Hijo en semejanza de carne, que está bajo el poder del pecado, para que fuera propiciación por el pecado, para condenar el pecado en su carne;

Esto lo hizo para que la exigencia de la ley se cumpliera por medio de nosotros, que no andamos según la carne, sino según el Espíritu.

Porque todos los que están determinados por la carne buscan las cosas de la carne, pero todos los que están determinados por el Espíritu buscan las cosas del Espíritu.

La búsqueda de la carne conduce a la muerte, pero la búsqueda del Espíritu conduce a la vida y a la paz.

Porque la búsqueda de la carne es enemistad contra Dios; no se somete a la ley de Dios, ni puede hacerlo.

El que está determinado por la carne no puede agradar a Dios.

Pero vosotros no sois de la carne, sino del Espíritu, porque el Espíritu de Dios habita en vosotros. Quien no tiene el Espíritu de Cristo no le pertenece.

Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu es vida a causa de la justicia.

Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos también dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio de Su Espíritu que habita en vosotros.

Así pues, hermanos, no estamos sujetos a la esclavitud de la carne, para que vivamos según la carne.

Si vivís según la carne, moriréis; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras (pecaminosas) del cuerpo, viviréis.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.

Porque no habéis recibido un espíritu que os haga esclavos, para que aún temáis, sino que habéis recibido el Espíritu que os hace hijos, el Espíritu en el que clamamos: ¡Abba, Padre!

Así, el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.

Y si somos hijos, también herederos; somos herederos de Dios y coherederos con Cristo, si sufrimos con Él para que también seamos glorificados con Él.

Estoy convencido de que los sufrimientos del tiempo presente no son nada comparados con la gloria que ha de manifestarse en nosotros.

Pues toda la creación espera ansiosamente la revelación de los hijos de Dios.

La creación está sometida a la corrupción, no por su propia voluntad, sino por Aquel que la sometió; pero al mismo tiempo le dio esperanza:

También la creación será liberada de la esclavitud y del desamparo para la libertad y la gloria de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime y sufre dolores de parto hasta el día de hoy.

Pero también nosotros, aunque tenemos el Espíritu como primicia, gemimos en nuestros corazones, esperando ser revelados como hijos con la redención de nuestros cuerpos.

Pues estamos salvados, pero en esperanza. Pero la esperanza que ya se ha cumplido no es esperanza. ¿Cómo puedes esperar algo que puedes ver?

Pero si esperamos lo que no vemos, entonces perseveramos en la paciencia.

Así también el Espíritu se ocupa de nuestra debilidad. Porque nosotros no sabemos por qué debemos orar correctamente, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no podemos expresar con palabras.

Y Dios, que escruta los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu: intercede por los santos como Dios quiere.

Sabemos que Dios obra todas las cosas para bien en los que le aman, en los que son llamados según Su plan eterno;

pues a todos los que ha conocido de antemano, también los ha destinado de antemano a participar de la naturaleza y la forma de Su Hijo, para que sea el primogénito de muchos hermanos.

Pero a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.

¿Cuál es el resultado cuando consideramos todo esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién está contra nosotros?

No escatimó a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros: ¿cómo no iba a darnos todo con Él?

¿Quién puede acusar a los elegidos de Dios? Es Dios quien los hace justos.

¿Quién puede condenarlos? Cristo Jesús, que murió, y más aún, que resucitó de entre los muertos, está sentado a la derecha de Dios e intercede por nosotros.

¿Qué puede separarnos del amor de Cristo? ¿La aflicción o la angustia o la persecución, el hambre o el frío, el peligro o la espada?

La Escritura dice Por tu causa estamos expuestos a la muerte durante todo el día; somos tratados como ovejas destinadas al matadero.

Pero todo esto lo vencemos por medio de Aquel que nos amó.

Porque estoy seguro: Ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes, ni lo presente ni lo futuro, ni los gobernantes ni las autoridades

de altura o de profundidad, ni ninguna otra criatura, podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Santa Juana de Arco habla además

"¡Recuerda que nadie puede apartarte del amor de Cristo si amas a Jesús con todo tu corazón, como yo le he amado! ¡Rezo por vosotros en el trono del Padre Eterno! ¡Muchos santos rezan por Alemania, para que brille en santidad contra el error! Muchos santos rezan por la paz en el mundo, por Ucrania, por Oriente Medio y por África. Es importante que recéis por vuestro Santo Padre, porque el adversario va tras él. Cuando rezáis por las almas, éstas florecen como rosas. Recordad siempre: con vuestra oración florecen las almas de vuestros seres queridos; florecen las almas de vuestros enemigos: porque si no rezáis por ellos, ¿de quién vendrá la salvación? ¡Rezo por vosotros!

Habla el Santo Arcángel Miguel:

¡Quis ut Deus! Es importante que florezca la santidad de la Iglesia, aunque debe seguir a Jesús. El tiempo de purificación, la tribulación en la que estáis, sacudirá a la Iglesia de un lado a otro, ¡pero permanecerá! Si rezáis de todo corazón, si celebráis la Santa Misa por la paz, la paz será vuestra: paz por vuestra oración, paz por vuestra conversión, paz por el Santo Sacrificio de la Misa, paz por vuestra penitencia, paz por vuestra contrición. Pero si cerráis vuestros corazones, si no dejáis entrar a Jesús en vuestros corazones, ¿cómo puede haber paz? Por eso os lo pido en nombre del Señor: ¡Arrepentíos, abrid vuestros corazones a Jesús! Entonces no sólo será mejor para vosotros, sino para todo el mundo: Fluirá la gracia y la paz del corazón del Señor".

Ahora veo la oración «Sancte Michael Archangele» escrita por completo en Su escudo de oro. Nos la tiende y la rezamos. Entonces Él nos habla:

"Vuestras oraciones, ese sacrificio de la Santa Misa, vuestra conversión, vuestra penitencia, vuestra contrición, ¡todo esto es la llave de la paz y será la paz! Quis ut Deus!"

Muchas gracias. San Miguel continuará:

«Nada podrá separarte del amor de Cristo si tú no lo quieres».

De este modo, el rubí brilla en Su corona y esta luz se dirige a todos nosotros. San Miguel y Santa Juana de Arco se despiden. Ambos vuelven a la luz y desaparecen.

Este mensaje se da sin perjuicio del juicio de la Iglesia Católica Romana.

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Origen: ➥ www.maria-die-makellose.de

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