miércoles, 6 de febrero de 2013

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡Paz, mis queridos hijos!

Yo, vuestra Madre, vengo del cielo para deciros que este es el tiempo para que regreséis a los brazos de vuestro Padre Celestial.

Mis hijos, no os alejéis de mi Inmaculado Corazón pecando y siendo desobedientes a mis súplicas. El mundo necesita una gran conversión. El mundo no tiene paz y no la vive, porque peca y ofende a Dios con terribles pecados.

Interceded por la conversión de los pecadores. Muchos de mis hijos necesitan la luz de Dios. Llevad mis palabras maternales a vuestros corazones. Llevad mi amor maternal a vuestros hermanos, porque muchas almas necesitan la misericordia y la paz de Dios.

Vine a la Amazonía para guiarlos a Dios. Mi presencia como Madre en Amazonas es una señal del amor misericordioso de Dios para todos vosotros y para el mundo.

Amazonas todavía está pecando demasiado y ofendiendo a Dios. Si Amazonas continúa siendo desobediente y no se arrepiente de sus crímenes, muchos sufrirán.

Muchos desean ver señales para creer en mi presencia maternal y en mis mensajes. Son personas con corazones endurecidos y cerrados. Muchos han visto muchas señales, han presenciado los milagros de Dios, y han recibido muchas gracias, pero luego dudan de mi presencia como su Madre, cuestionan mis mensajes, y dan la espalda a su Madre Celestial, alejando a muchos de mi amor maternal y de Itapiranga. Estas personas que actúan de esta manera están caminando por el camino que conduce al infierno, si no se arrepienten y cambian sus vidas.

Todo daño en la conversión y salvación de un alma será cobrado por Dios. Arrepentíos, arrepentíos, arrepentíos, mis hijos!...Dios pronto os dará una señal: cuando veáis una luz brillando en el cielo sabréis que Dios castigará a la Amazonía y los desobedientes sentirán un amargo dolor por haber sido malvados hasta ahora. Abrid vuestros corazones y regresad a Dios ahora, mientras todavía hay tiempo. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!