Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
domingo, 24 de mayo de 2009
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

Durante estos días, la imagen de Nuestra Señora de Itapiranga estaba visitando la Iglesia de la Sagrada Familia en el barrio de Japiim. Había advertido a las personas que iban a rezar el rosario en casa que las oraciones se llevarían a cabo en la Iglesia. El sábado 23 de mayo, alrededor de las 2:00 p.m., llevé la imagen de Nuestra Señora a la procesión que iban a hacer. Como ocurrieron algunas cosas imprevistas y el horario se retrasó, fue imposible rezar en casa, porque con toda la procesión que tuvo lugar en las comunidades y la misa, el programa para este día terminó a las 8:00 PM. Muchos habían ido a casa a rezar el rosario, pero como yo no llegué, regresaron a sus hogares. El domingo, temprano en la mañana a las 6:00 a.m. fui a Misa y luego me quedé con algunas personas a rezar el rosario. Me quedé hasta las 11:00 a.m. en la iglesia esperando que alguien que participara en el grupo de oración llegara a casa. Nadie vino, pero el día anterior muchos habían ido a la casa a rezar el rosario pensando que Nuestra Señora aparecería, pero no fue así. Nuestra Señora se me apareció en la Iglesia de la Sagrada Familia y me dijo:
¡Siempre me encuentro donde está mi Hijo!
Este mensaje tocó mi corazón profundamente. Cuántos se alejan de la Iglesia, de rezar en sus comunidades, de no visitar y de no adorar a Jesús en sus Parroquias.
Nuestra Señora vino a guiarnos a Jesús y muchos aún no obedecen sus mensajes. Le dan más valor e importancia a la aparición misma, pensando que la Virgen está más presente en la casa que en la Iglesia. Pero Nuestra Señora ha demostrado que es lo contrario, que siempre se encuentra donde está su Hijo Jesús. Me entristeció este hecho y pedí a la Virgen perdón por la respuesta negativa de la gente a sus llamados. Incluso aquellos que han seguido las apariciones durante mucho tiempo y siempre rezan mil Avemarías en sus familias no estuvieron presentes para acompañar a Jesús y a ella en la Iglesia. En la otra reunión en la casa el sábado, estas personas que no habían ido a la iglesia estaban nuevamente presentes, y llamé su atención sobre este hecho. Necesitaba hacer esto, porque Dios me estaba pidiendo que les enseñara y corrigiera para que no cometieran este error nuevamente.
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